viernes, noviembre 24, 2006

casta de malditos

"laiseca, lamoborghini, fogwill, delmur. cuatro nombres incombustibles de las letras argentinas del cambio de siglo. están bien y viven en buenos aires, excepto fogwill que se afincó en españa... y excepto delmur, que no está tan bien. emulando al gran j.c. onetti, delmur pasa sus días en la cama de una pensión en el bajo flores. muy de vez en cuando algún viejo amigo lo visita, le lleva comida. el catre delmuriano no tiene el espesor del lecho madrileño donde el autor de el astillero terminó sus días. pero es allí, entre la garra de la sábana amarillenta y la frazada masticada por las polillas donde se está gestando el último capítulo de su obra. "la vida es el mejor lugar para estar vivo, o muerto", dice delmur y su voz se quiebra. bebe otro trago de una ginebra barata que descansa junto a su almohada. toma un lápiz número 2 que no debe medir más que su dedo pulgar y garabatea un diálogo alucinado entre una albóndiga de pollo y dios. la albóndiga pide misericordia, pero dios está ocupado mirando un concurso de baile por televisión. en la pared, sobre su cabeza, el retrato de irma que tomó richard avedon allá a fines de los 50. parece que estuviera mirándolo y pensara: "wilmer, el mundo no pudo contigo, pero tú sí pudiste con el mundo"".

Ezequiel Paz Mitre, fragmento de la nota tres tristes tigres y un leopardo amanerado, publicada en la sección "los libros y sus autores" de la revista del colegio de abogados de Río Cuarto, marzo de 2006