sábado, marzo 26, 2022

paria: delmur revisitado

 


"Cuando Wilmer Delmur, de forma consciente y deliberada, se propuso a comienzos de la década de 1980 hacer añicos el formato literario conocido como novela, tenía una sola certeza: que no tenía la más mínima idea de cómo hacerlo.

En el Cono Sur de América Latina, una larga década de gobiernos dictatoriales y represión había dejado a la literatura anclada en el pretérito boom, y (fuera de la producción de los escribas oficialistas, con sus cosmogonías refundacionales de nulo valor literario) los volúmenes que aparecían como hijos bastardos de aquella fiesta interminable eran patéticas criaturas que sufrían, en el mejor de los casos, una miopía severa, y en el peor, un déficit cognitivo que no lograba ni apropiarse de su tiempo ni evadirse en una fantasía consumada, mucho menos esbozar una Weltanschauung digna de análisis.

«Los volúmenes que aparecían como hijos bastardos de aquella fiesta interminable eran patéticas criaturas que sufrían, en el mejor de los casos, una miopía severa, y en el peor, un déficit cognitivo»


La rutinaria jornada que un Delmur cuarentón cumplía en una fábrica de cocinas a gas de Villa Soldati le dio el espacio mental necesario al implacable escritor alemán refugiado en el Río de la Plata para reflexionar sobre esa realidad y llegar a la conclusión de que no solo era inadmisible sino también despreciable. Alguien tenía que hacer algo. 

Para Delmur, ese algo se se convirtió en la monumental Paria*, una "antinovela", como la definió su autor alguna vez, en la que los fundamentos básicos del dispositivo novela, también su estructura y hasta ciertas reglas gramaticales y ortográficas, se dinamitan sin resquemor ni lástima. 

Paria se abre con una breve "Nota al estimado lector, a la estimada lectora" que toma la forma de una epístola cuasi erótica dirigida a una tal Irma. Ese texto introductorio da paso sin solución de continuidad a lo que parece ser la bitácora de un joven sacerdote católico, Manoel Soares do Castelo Branco, que viaja en una de las naus del convoy marítimo del portugués Álvares Cabral que llegó ¿por accidente? a las costas de lo que hoy conocemos como Brasil, en el año 1500.

El debate sobre si los anacronismos y groseros errores históricos se deben a la falta de investigación (algunos de los detractores más acérrimos de Delmur se han burlado con saña del desconocimiento que exhibe la obra de los más elementales principios de navegación, por ejemplo) o han sido introducidos para establecer ya de entrada el tono anárquico y brumoso de la antinovela realmente no nos concierne aquí. 

Con maestría, Delmur arrastra lo que podría parecer una novela histórica como tantas hacia un territorio desconocido, en paralelo al desconcierto de Cabral cuando comienza a percatarse que él y sus hombres no están yendo hacia la India.

Los textos del diario de Soares transmutan así en una especie de novela dentro de la (anti)novela, en la que abruptamente aparecen apuntes y hasta ilustraciones propias de un naturalista o notas de campo antropológicas que dan cuenta de las deplorables condiciones de vida de los navegantes y se detienen, al mejor estillo de Masters y Johnson, en un pormenorizado estudio de las prácticas sexuales de los tripulantes.

De un modo que parece prefigurar lo que luego se conocería como hipertexto, con derivaciones enciclopédicas, notas al pie, traducciones a diferentes idiomas de un mismo texto, y páginas y páginas de bibliografías ¿apócrifas?, el texto se ramifica en una infinidad de subtextos y subtramas hasta el punto en el que el lector puede llegar a sentir mareos y náuseas (como le ocurrió a quien firma esta nota). Sin embargo, llegado este punto, la única opción parece ser dejarse llevar por el vertiginoso pulso de la escritura, sorteando como puede todos y cada uno de los escollos que Delmur ha colocado estratégicamente. 

«Soares podría ser en realidad un hombre transexual fugado del siglo XXIII, que lleva un corazón artificial en su pecho y vive atormentado por la nostalgia del futuro que dejó atrás»


Cuando el tsunami de información inconexa --en los que se destacan una receta del Falscher Hase, al que Delmur le agrega no sin acierto una cantidad generosa de pasas de uva y también fragmentos del Martín Fierro traducidos por el autor al alemán-- se vuelve casi intolerable, la deriva literaria llega por fin a un oasis en la forma de algo que se asemeja al capítulo primero de una novela tradicional, donde un narrador con rasgos mitómanos sugiere, con un lenguaje cargado de metáforas futbolísticas, que Soares podría ser en realidad un hombre transexual fugado del siglo XXIII, que lleva un corazón artificial en su pecho, tal vez sea inmortal y vive atormentado por la nostalgia del futuro que dejó atrás.

(...)

La necesidad de Delmur por arrasar con el canon latinoamericanista puede leerse más como una búsqueda de un nuevo comienzo para él más que como una auténtica experimentación literaria o una ambición comercial (aunque algunas páginas de sus diarios, recientemente publicados por Bernardo Hopkings, el mayor estudioso de su obra, puedan sugerir lo contrario). Delmur se sabía un outsider, no pretendía competir con el establishment ni dar lecciones a nadie, sobre todo porque seguía siendo un completo desconocido hasta en los círculos más marginales.

El único contacto con el mundo del arte (y la resistencia cultural) del que se tiene noticia nos ha llegado, en alguna nota al pie, a través de [Daniel] Freidemberg, quien se lo presentó a Castillo en un confuso episodio que algunos datan como ocurrido a finales de 1981, otros en los días que transcurría el Mundial de 1982. A partir de ese encuentro, el editor de El Ornitorrinco tuvo la amabilidad de leer algunos de los poemas de Delmur con la promesa de considerarlos para el siguiente volumen de su publicación. Castillo revisó el material y quedó impactado. "No me traigas nunca más a este salame", recordaría Freidemberg que le dijo Castillo por teléfono. 

(...)

La nueva edición revisada y anotada de Paria es la primera desde la impresión original, de apenas 500 ejemplares, en marzo de 1984, a cargo del desaparecido sello Labraga Editores. Las limitaciones presupuestales habían hecho de aquella edición una sombra de lo que Delmur había imaginado para su antinovela. Entre los fragmentarios datos que tenemos sobre el proceso que llevó a la edición de Paria, destaca el ¿mito? que dice que Mario Labraga, fundador del sello y su único editor, se jactaba de haber eliminado al azar unas 400 páginas del manuscrito y que, gracias a esa operación, Paria se comprendía mucho mejor.

«La edición de Ómicron, al cuidado de Gustavo Bergessio, es la versión más completa que se haya compilado de esta monumental obra, y hasta contempla las ilustraciones que Delmur concibió como parte del proyecto»


La edición de Ómicron, al cuidado de Gustavo Bergessio, es la versión más completa que se haya compilado de esta monumental obra, y hasta contempla las ilustraciones que Delmur concibió como parte del proyecto. En una decisión discutible, algunos pasajes se incluyeron como facsímiles del manuscrito de Delmur. Aunque son difíciles de leer (hasta bien entrada la década de 1990, Delmur no tenía acceso a una máquina de escribrir), dan cuenta de su incondicional búsqueda artística y de cómo, a veces, la fiebre creativa supera con creces a las convenciones literarias más arraigadas o al sentido mismo del lenguaje. Es lo que se conoce como arte, con todas las letras."

Narciso Pérez Del Castillo, en la Revista de Operadores Turísticos del Cajón del Maipo, Santiago, Chile, número 25, Vol. III, febrero de 2022

* Paria. Un apagón emocional en 350 actos, de Wilmer Delmur. Edición y prólogo de Gustavo Bergessio. Editorial Ómicron, Buenos Aires, 2022, 1.320 págs. Incluye un póster color desplegable con el plantel del Club Atlético Defensores de Almagro Campeón de la Primera D, 1970.

jueves, abril 10, 2014

el himno de los grandes hombres




para hacer el himno de los grandes hombres

escribí un haiku

invisible



wilmer delmur, Vicios, versos y pancartas. Antología poética 1962-1982, Folículo Editor, Buenos Aires, 1985. Edición al cuidado de Nahir Calzada López.

Nota: algunas versiones de este texto modifican la palabra "himno" del primer verso por el vocablo "himen" y adoptan en el segundo la grafía "jaicu" para "haiku". Bernardo Hopkings, crítico e investigador inglés autor de la única biografía sobre Wilmer Delmur, ha defendido sin embargo la tesis de que el manuscrito original de este poema, que dataría de 1981, no incluía la palabra "haiku" ni "jaicu", sino "jacuzzi".

viernes, febrero 24, 2012

wilmer delmur: textos políticos (1963-1984)







Quizá una de las facetas menos conocidas de la producción delmuriana la constituya lo que Bernardo Hopkings, principal estudioso y divulgador contemporáneo de su obra, ha denominado sus "textos políticos" y que data de modo algo arbitrario entre 1963 y 1984 (...) Inclasificables por su vocación ensayística salpicada de un realismo sucio estremecedor y también escandalosos por sus ataques entre líneas a vacas sagradas como el Ariel de Rodó y el manual de cocina del Crandon, estos textos comprenden desde columnas de opinión para diversos medios de prensa, editoriales de publicaciones clandestinas, cuentos breves, aguafuertes y poemas hasta la novela La urna flotante (1968), que solo había circulado en una versión mimeografiada y se consideraba perdida.

"En los textos políticos de Delmur está el germen de lo que sería su literatura posterior: el uso deliberado de las erratas, la destrucción de la sintaxis y el manoseo constante de la concordancia entre verbo y sujeto", dijo Hopkings en una entrevista publicada en El País de Madrid, a raíz de la flamante edición del libro Sin patria ni bandera: textos políticos de Wilmer Delmur (1963-1984), que recopila por primera vez en un solo volumen de algo más de 700 páginas toda su producción de esos años. Un apéndice incluye además el guión de un cortometraje --Un vintén p'al Judas, que fuera dirigido por el ítalo-argentino Giovanni Muzzatelli-- y el tratamiento estético de dos films documentales que escribió para el reconocido cineasta uruguayo Mario Chandler: Juan Carlos, cine-retrato de un ortodoncista (1965) y Me gustan los estudiantes más bien fornidos y sin bigote (1968).

Del discurso brumoso de Delmur emergen con absoluta claridad dudas existenciales y contradicciones muy propias de la época --en un editorial Delmur defiende el uso de los pantalones vaqueros y explica cómo combinarlos con mocasines, y sin embargo condena en otro a "ese estruendo imperialista llamado rock n' roll"-- y con pinceladas precisas traza el contorno de su ideario, que es a las claras el ideario de un librepensador. La ambigüedad que destilan muchos de estos escritos permite comprender porqué Delmur fue por aquel entonces declarado persona non grata entre sectores tanto de izquierda como de derecha, tildado muchas veces (y quizá injustamente) de "veleta" y "acomodaticio" por sus detractores más acérrimos.

Repasar esta exhaustiva recopilación puede no arrojar una respuesta definitiva sobre la postura política de Delmur, pero dejará en claro que su obra, gracias a reediciones, antologías y rescates, encuentra lenta y tardíamente el lugar que merece en el panorama de las letras iberoamericanas. Pero sobre todo, Sin patria ni bandera es una nueva oportunidad para encontrarse frente a frente con su lucidez incendiaria, sus verdades a medias y sus sentencias incómodas, como demuestra en un pasaje de la primera columna de opinión que bajo el seudónimo José Carlos Piera Heinz escribió en 1967 en el semanario El Tirabuzón de Florida: "Un hombre que no es libre no es más que un mísero puñado de pali chips, sabor panceta".

Sin patria ni bandera: textos políticos de Wilmer Delmur (1963-1984), de Wilmer Delmur. Edición al cuidado de Bernardo Hopkings. Prólogo de Julio María Sanguinetti. Vegerto Editor, Madrid, 2011. 721 págs. Distribuye Pussi. Calificación: *****


marcelo garrido jelen, en wilmer delmur, la militancia de un no militante, fragmento de un artículo publicado en la revista Retruco, Montevideo, diciembre de 2011

jueves, setiembre 01, 2011

20 en 10 palabras: pedro lehmeyun









Nombre real: Bedros Lehmeyunian
Edad: 32
Estado civil:it's complicated
Hijos: “ninguno que me haya enterado”
Estudios: coctelería, masajes shu-zitsu, astrología, tarot
Trayectoria: primera escolta de la bandera de Gran Bretaña en el St. Catherine’s School, líder espiritual de La Molestia for Windows desde 2003
Escapa de: el pie de atleta, los platos sucios y las facturas vencidas
Proyectos para 2012: gira internacional de LMFW, nuevo disco y comprar un afinador de guitarra


1. ¿Qué música escuchaba en su casa de niño?
Las Ardillitas, Festilindo y los grandes éxitos de Katunga.

2. ¿Para qué tarea se declara negado?
Para regar las plantas, limpiar la cocina y sopapear el water.

3. ¿Cuál fue la última película que lo emocionó?
Dos puños contra Río, de Bud Spencer y Terence Hill.

4. ¿En qué festival le gustaría tocar con La Molestia for Windows?
En cualquiera que nos paguen por hacerlo.

5. ¿Cuál es su idea de unas buenas vacaciones?
La Paloma en familia, Ferrugem con Los Gordos, Punta del Diablo con el grupo McLuhan.

6. ¿Dónde se come el mejor lehmeyun de Montevideo?
Hasta la pregunta es necia: en Mi Casa, confitería armenia, Nueva Palmira y Cufré, frente a Forestier Pose.

7. Cómo definiría el espectáculo de karaoke de Pedro Lehmeyun.
Un invento para hacer plata que no funcionó. Siempre termino tocando en cumpleaños de amigos, y gratis.

8. ¿Candy’s o Sweet?
A quién querés más: ¿a tu mamá o a tu papá?

9. Midnight.
Una escuela, un semillero, la meca... ojalá vuelva.

10. ¿Qué disco hay que tener en vinilo para escucharlo como se debe?
Cualquiera de Zitarrosa, alguno de los Beatles y todos los de Ray Conniff y su orquesta.

11. ¿Qué libros esperan en su mesa de luz?
Unos que tengo ahí, pero no es mesita de luz, es la caja de la cafetera con un repasador encima.

12. ¿Cuál es su secreto mejor guardado?
Si lo escribo deja de estar bien guardado, pero en la escuela hacía trampa en la arrimadita.

13. ¿Qué puede adelantar del EP que anunció para fin de año?
Que va a tener todas las canciones que en La Molestia no me dejan tocar y estará dedicado a Corinne, una chica de Malta que conocí hace algunos veranos en Punta del Diablo.

14. ¿Qué no puede faltar en su heladera?
Hummus, pitas, helado Häagen-Dazs de dulce de leche, queso Fontina, aceitunas negras, agua Salus, manzanas verdes, milanesas de soja y lehmeyun congelado.

15. Dos bandas uruguayas fundamentales.
Tres: Pobres Angelitos, Exilio Psíquico, Peyote Asesino.

16. Un ídolo con pies de barro.
No entiendo la pregunta.

17. ¿A qué cosas dice paso?
A 37 tantos de envido, el estacionamiento tarifado y las mascotas en apartamentos.

18. Un descubrimiento reciente.
El talento de Abella Anderson.

19. Dos claves para enfrentar a un público hostil.
Llevar puesto siempre un buen chaleco antibalas y pedir por favor, en tono amable, que no arrojen líquidos.

20. ¿Cuál es el mejor insulto que recibió estando arriba del escenario?
“Puto zoofílico, devolvé la guita que debés, puto”


Publicado en El Observador, Montevideo, agosto de 2011

lunes, octubre 04, 2010

una hora menos







UNO
hay una polilla volando en mi casa. qué es lo que come, no sé.

DOS
desde ayer, el estado decide que perdemos una hora de vida, de sueño, de rascarnos un huevo. el año que viene nos la devuelven, pero sin intereses.

TRES
vivir es incómodo. el mundo es una porquería.

CUATRO
ignorar los problemas es la mejor manera de resolverlos.

CINCO
prometí hacer algo, un favor o algo así, a un amigo. prometí hacerlo, no dije que lo haría.

SEIS
a veces me siento tan afortunado que, inevitablemente, quedo preso en la jaula de la buena suerte.

SIETE
durante años leí a rodrigo fresán como a un maestro. después me desencanté. ahora no sé qué pensar.

OCHO
hay días que ni la música llena el vacío.

NUEVE
con una linda campera se dismulan muchos defectos.

DIEZ
si uno piensa a largo plazo, lo mejor es estar solo. a corto plazo, también. el problema es que uno no piensa.