martes, mayo 06, 2008

dos suicidas se saludan en la cornisa







un día de agosto de 1984, wilmer delmur se levantó temprano por la mañana y se miró al espejo. vio su rostro fatigado, marcado por el hambre, envejecido por el alcohol. esa visión lo horrorizó al punto que se encerró en el sótano de la casa del poeta peruano raimundo vargas castro, quien lo estaba alojando temporalmente en su residencia del barrio miraflores, en lima. bajó las escaleras armado con tres botellas de pisco que había robado de la despensa, un cuaderno espiralado y cuatro lápices nº2. cuando salió, al otro día, tenía en sus manos el manuscrito terminado de la novela corta dos suicidas se saludan en la cornisa. algún crítico diría después que "no la escribió, la exudó". fue su único éxito editorial hasta la fecha: vendió cuatro ejemplares en la feria del libro de neuquén. la edición no incluía fotos ni ilustraciones, una jugada audaz para un sello de literatura infantil como el algarrobo juguetón. tan audaz que la editorial dio quiebra al poco tiempo, fue absorbida por el grupo random house mondadori y posteriormente desactivada. la nouvelle de delmur quedó perdida en el agujero negro de la transferencia de derechos del pequeño sello al gigante multinacional. hay quienes dicen que es, después de la magnánima emporium, su obra más visceral, tan importante como menospreciada.

bernardo hopkings, fragmento de su libro el alemán errante: historias de wilmer delmur por el continente americano (fce, méxico, 2007)

2 comentarios:

O bepi dijo...

Caras que se reflejan arrugadas y abatidas por el alcohol en un espejo peruano. A mi me pareció muy triste. La tristeza del barrio Miraflores de Perú es ya un clásico. Sólo puedo llorar y tomar whisky al mismo tiempo mientras evoco entre la resaca épocas que ya fueron y no volverán.

primor dijo...

Reflejo que llega cansado y que despierta porfín a aquel soñador que supimos y y quisimos ser.

Y a veces tarde no es ya mejor que nunca, y el porfín no supo tampoco pudo ser.